El azúcar. Dos poderosas razones para dejar de tomarla
Los españoles consumimos de media 94 g de azúcar cada día,
casi el doble de los 50 g diarios que la Organización Mundial de la Salud (OMS)
fija como límite para la población adulta y cuatro veces más que la cantidad
ideal, según esta misma organización (lo cual serían 25 g al día, el 5% de nuestra
ingesta calórica total).
Gran cantidad de azúcar se consume directamente en forma de
sacarosa (azúcar de mesa), mientras que el resto proviene de caramelos,
refrescos, pasteles, galletas y comida rápida e industrial de todo tipo, en
particular aquellas que llevan salsas (kétchup, por ejemplo) o cremas.
El azúcar, ¿una droga?
En 1942 el médico estadounidense Robert Boesler afirmó que
el azúcar -y no el simple “exceso de
apetito”- era el responsable de la obesidad y las caries.
Pero los doctores no tardaron en darse cuenta de que sus
advertencias sobre el azúcar no valían para nada, pues su consumo no dejaba de
aumentar. Y así emergió en la década de los años 60 la teoría de que el azúcar
es en realidad una droga.
El consumo de azúcar provoca una sensación de euforia y
saciedad. No obstante, después de un pico de producción de insulina, la tasa de
azúcar en sangre (glucemia) se derrumba de repente, provocando malestar e
incluso sensación de mareo o hipoglucemia.
La persona que lo sufre entra a continuación en un estado de
abstinencia que le lleva a necesitar una nueva dosis de azúcar, y esta nueva
toma permite que esas sensaciones desagradables (ansiedad, angustia, cansancio,
descenso de la actividad intelectual -memoria, agilidad mental…-) desaparezcan
temporalmente.
El azúcar (y no la grasa) es la primera causa de obesidad
La obesidad es el aumento anormal de la grasa corporal,
denominada “masa adiposa”, que deriva de la absorción rápida de glucosa por
parte de las células en el momento del pico de insulina que sigue a la ingesta
de azúcar.
El cuerpo pasa a encontrarse entonces en una situación rara,
en la que:
*Las células acumulan azúcar y para almacenarlo no tienen más
remedio que convertirlo en grasa.
*La sangre se queda sin azúcar en el momento en que aparece
la hipoglucemia, lo que lleva al cerebro a reclamar un aporte alimentario extra
de azúcar.
La materia grasa se acumula entonces en los tejidos y
aparece la obesidad.
La diabetes, el otro gran problema
Cebadas por el azúcar, las
células pierden progresivamente su sensibilidad a la insulina, una hormona
fabricada por el páncreas que ordena metabolizar el azúcar en sangre.
Cuando las células ya no pueden absorber más glucosa, la
tasa de glucosa en sangre aumenta (hiperglucemia) y la diabetes tipo 2
(diabetes azucarada o mellitus) no tarda en aparecer.
La diabetes de tipo 2 es una enfermedad grave, ya que la
sangre sobrecargada de azúcar es tóxica para las paredes de los vasos
sanguíneos.
Esta enfermedad podría provocar daños muy serios en
cualquier órgano, si bien las apoplejías, los infartos, la amputación de pies o
la ceguera son las consecuencias más frecuentes.
¡Y todo esto no es ningún secreto! Los médicos lo saben perfectamente. El problema es que por lo general no proponen ninguna solución efectiva para poder superar esta dependencia.
Las informaciones contenidas en este artículo se publican únicamente con fines informativos y no pueden ser consideradas como recomendaciones médicas personalizadas. No debe seguirse ningún tratamiento basándose únicamente en el contenido de esta artículo, y se recomienda al lector que para cualquier asunto relacionado con su salud y bienestar, consulte con profesionales sanitarios debidamente acreditados ante las autoridades sanitarias. El editor de este artículo no es un proveedor de servicios médicos homologados. El editor no practica la medicina bajo ningún título, ni ninguna otra profesión terapéutica y en ningún caso mantendrá una relación médico - paciente con sus lectores
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